lunes, 22 de abril de 2013
Armando de Magdalena
Cristo, Kusch y Marx: el ser, el estar y la revolución
Yo conocí a Kusch antes que a Marx y después que a Dios, y hoy
después de casi 20 años vuelvo sobre él para tratar de entender
una vez más no solo a nuestro continente, sino a la vida misma...
Por que el yo? Porque de lo que se trata aquí, es del hombre en su
drama más profundo (el por qué y para qué de la misma existencia)
y yo no conozco a ningún hombre con la profundidad (subjetiva,
como todo conocimiento) con que me conozco a mí mismo. Sea
pues el “yo” en este caso una experiencia trasladable a miles y miles de personas que comparten este espacio vital de lo americano.
La religiosidad, como todos sabemos es la primera forma de explicarnos lo desconocido, de resolver nuestra angustia vital, nuestro miedo arcaico. En mi caso como en un segmento muy importante de nuestro pueblo, esa fe fue la fe cristiana, heredada primero,
pensada después, cuestionada más tarde y en definitiva vivida
cotidianamente.
Que es el cristianismo? Visto desde fuera el cristianismo es una
filosofía que apunta esencialmente a la superación del hombre en
su aspecto más íntimo. En el Evangelio a diferencia del Antiguo Testamento (“ojo por ojo, diente por diente”) hay indicado un camino
hacia la perfección que pasa por la no-reproducción del “mal”, por
así llamarlo, o de los aspectos nefastos de lo humano. Es un camino de la lucha de la luz contra las sombras, del bien contra el mal,Apuntes para la revolución americana 165
un camino que busca “la verdad” y por tanto un camino vital,
protagónico, un camino del “ser” (individual necesariamente) contra las fuerzas que se le oponen. Esta no-reproducción (que lleva
incluso en su esencia la devolución del bien por el mal), tiene o
tendría que tener un poderoso efecto moralizador que haría posible
esa superación de la que hablábamos al principio. El cristianismo
lleva implícito tácitamente, un modelo de hombre, que podríamos
decir como primera aproximación, es muy difícil de alcanzar. Ahora
bien a demás de la filosofía y de la religión, también existe la historia. Y la historia demuestra que todavía en el siglo XXI (o sea a 2000
años del nacimiento de ese pensamiento) el bien no ha podido vencer al mal. Y por qué esto es así? Cuando uno se pregunta esto y
entre las miles de respuestas uno trata de llevarlo hasta las últimas
consecuencias, se llega a tener que elegir (como suele suceder siempre) entre dos opciones: o que la perversión es una condición natural del hombre, como lo es también el bien, o que el hombre es
esencialmente bueno y ha sido modificado a través e la historia por
agentes externos a su ser, que lo han ido degradando o (en el mejor
de los casos) le han impedido que sea realmente humano. A esta
última posibilidad adscribe entre otros el marxismo. Si esto último
fuera cierto, como podemos saber nosotros como es un hombre
verdadero, un hombre no modificado, no contaminado? Así empecé
yo a leer antropología, porque siguiendo este razonamiento, cuanto
más atrás vayamos en el tiempo más cerca estaríamos del hombre
verdadero (y aunque esto parezca una teoría involucionista, en verdad no lo es, porque la involución o evolución de la especie humana
es en definitiva cierta en ambos casos según que elementos tomemos para medirla y que período de tiempo pretendamos abarcar).
Lo cierto es que cuando nos aproximamos al pasado y cuanto
más lejano es este, más grande es nuestra dificultad para comprenderlo ya que es muy difícil deconstruir la historia y más aún166 Armando de Magdalena
deconstruir el pensamiento. Hay un pecado original en la mayoría
de estas aproximaciones que es la unilateralidad, la pertenencia de
nuestra mirada a una determinada subjetividad llevada al plano de
verdad irrefutable.
Rodolfo Kusch es ante todo la negación de todo el pensamiento
occidental (me atrevería a decir) tal cual hoy lo conocemos, es fundamentalmente un filósofo de la barbarie, pero por esa misma razón es un vehículo apto para penetrar ese otro plano de lo americano1. No hay que estar de acuerdo con Kusch, simplemente hay que
escucharlo y cuando escuchamos a Kusch nos damos cuenta del
abismo que se abre ante nosotros y que separa los diferentes planos de lo que entendemos por América. Kusch nos habla de un pensamiento totalmente diferente desde el punto de vista de la estructura de ese pensamiento, nos habla no del “ser”, sino del “solo estar”. El mundo así concebido, es un mundo ambivalente en donde
Dios no crea al mundo, sino más bien equilibra los opuestos. Un
mundo de dioses desdoblados, tanto fastos como nefastos, que luchan en su interior (en esa dualidad que ellos encarnan) para que
se dé el fruto a través de la unidad, de la igualación transitoria de
los opuestos. El “solo estar” es una actitud contemplativa frente a
un mundo que tiene vida propia como una bestia o una planta, que
tiene sus ciclos y sus antagonismos (es macho y hembra, escasez y
abundancia, letargo y germinación, vida y muerte) y que siempre se
repite. El hombre solo está ahí sufriendo el mundo, sin expectativa
porque conoce sus ciclos, interviniendo solamente a través del ritual para reconciliar transitoriamente los opuestos y que el fruto se
dé. Esta posibilidad, la posibilidad de que se dé el fruto (la vida) o
no se dé, produce una afectación (un miedo vital) que impregna no
solo la psicología del indio, el mestizo y una gran parte de las masas
populares de este continente, sino que produce un determinado tipo
de conocimiento, de sabiduría para vivir, de relación con el mundo yApuntes para la revolución americana 167
los objetos. Nos puede gustar o no, podemos calificar, denostar, o
ignorar este pensamiento, pero este pensamiento existe y no solo
existe sino que subsiste, se recicla e interactúa y hasta subyace
dentro de las murallas de nuestra cultura.
Ahora bien, como se resuelve este problema? Que posibilidades
hay de tender puentes que posibiliten salvar el abismo entre la Amé-
rica occidental y la América no occidental. La posibilidad de tender
puentes, tiene que ver indudablemente con la existencia o no de
puntos de contacto entre los dos planos. La otra alternativa es tratar de “sustituir” un plano por otro, pero esta posibilidad por derechos históricamente adquiridos, se la dejo pura y exclusivamente al
imperialismo.
Alguien puede pensar hasta en la inexistencia real, significativa,
gravitacional, de este pensamiento dado el grado de aculturación
creciente no ya de América, sino del mundo en general, sobre todo
si pensamos en términos de “aldea global” del capitalismo
posmoderno del siglo XXI. Pero a pesar de que mucho hemos reflexionado sobre la aculturación, Kusch nos provoca, nos incita a
volver a pensar, cuando afirma que la aculturación se da (en América al menos) casi exclusivamente sobre el plano material y no de
manera significativa en el plano espiritual, psíquico o del pensamiento (como queramos llamarlo). Kusch habla de la “fagocitación”,
o sea de la aculturación a nivel espiritual, pero de sentido inverso, o
sea de la fagocitación de lo occidental a manos de lo americano,
del “ser” por el “estar”. Y esto no me hizo pensar sino que realmente me impresionó, porque en uno de mis poemas “Mayo en las Banderas”, yo había escrito de manera inconsciente, lo que después
me asombrara conscientemente en boca de Kusch:
...pero el maíz renace siempre nuevo
y la tierra se traga al que la pisa168 Armando de Magdalena
la maldición cayó ahora sobre los maldecidores
y los hijos de los hijos de Castilla
desbarataron la testuz del toro ibero.
Quizás en mi poesía (que como toda poesía es pensamiento má-
gico) haya operado esa fagocitación de la que habla Kusch, para
que a nivel de mi inconsciente se instalara el concepto de que “...la
tierra se traga al que la pisa” como una sabiduría de la entrancia,
del corazón y no del intelecto. Por otro lado el poema recoge un
hecho cierto “...que los hijos de los hijos de Castilla (o sea los hijos
del conquistador, nuestros próceres de la Independencia, educados muchas veces en las universidades del viejo continente) desbarataron la testuz del toro ibero” que es lo mismo que decir que se
volvieron, no solo ya contra su propia cultura, sino contra su propia
sangre y muchas veces se jugaron la vida por una tierra caótica y
bárbara en la que eran casi advenedizos. De ser cierto como parece
lo que dice Kusch, hay aquí una verdadera interacción entre la
“aculturación de los objetos” de lo occidental sobre lo americano y
una “fagocitación a nivel espiritual” de lo americano sobre lo occidental. Por ejemplo si nosotros vamos al carnaval de Oruro, seguramente vamos a ver a unos indios con casco minero, vestidos de
demonio, tocando diabladas con una trompeta. Una primera mirada “turística” (por así llamarla), nos diría que ha mediado entre los
ritos milenarios y este carnaval un cierto grado de aculturación. El
casco minero, la trompeta, los platillos, la cerveza que se toma, son
elementos que hablan de nuestra cultura occidental, pero que pasa
a nivel emocional? A nivel del individuo la emotividad que el rito
implica sigue intacta. No es la exterioridad, la apariencia, los objetos, es la supervivencia, ni siquiera de una religión sino de un esquema, de una estructura mental, de una cosmovisión o sea de una
afectación personal producida por la visión que se tiene del universo. El sincretismo religioso es sin duda el ejemplo mas claro de esta,Apuntes para la revolución americana 169
no sé sí fagocitación pero al menos de esta impermeabilidad de lo
americano. El sincretismo es un fenómeno religioso de los pueblos
dominados. Es un modo de pervivencia clandestina del pensamiento. Claro Kusch no solo que habla de que la aculturación en América
es la “aculturación de los objetos”, sino que habla de que la misma
cultura occidental, tal cual hoy la conocemos, se reduce a una “cultura de los objetos”. Y esto es un punto de contacto con el marxismo (el tema de la mercancía) ya que ambos a su manera plantean
que se ha producido una independización del objeto con respecto
al hombre y es mas, hasta la inversión de esta relación en el sentido
que ya no es el hombre quien le pone valor a las cosas, sino las
cosas son las que le ponen valor al hombre. Nuestra exterioridad
por tanto es absoluta. El hombre occidental es prácticamente incapaz de darse respuestas a sí mismo. La solución está siempre fuera, en el objeto, llámese esta ciencia, sociedad o consumo.
Cuando Marx habla de la emancipación total del hombre, cuando
Cristo dice: “mira las aves del cielo no siembran ni siegan ni recogen en graneros, pero Dios las alimenta”, cuando Kusch habla del
“pensamiento total”1
, creo que están refiriéndose a lo mismo. Están
hablando de un “orden natural”, de un hombre habitante del universo, parte de un todo, circundado por todo y cuyo único destino es
“ser” en plenitud. La “emancipación absoluta” es poner las cosas al
servicio de ese destino y no al hombre como esclavo de los objetos.
Esa plenitud del “ser”, es lo único que posibilita ese “solo estar”
sobre la tierra, porque solo cuando el hombre restituya ese orden
natural, es que podrá sentirse parte del universo, podrá comprender la lógica de la creación y ese “restituir”, ese “conciliar el caos”,
nos vuelve a Marx (ahora a través de Mariátegui) y al mito de la
1 El pensamiento total sería aquel que se desplace por los dos vectores tanto el
material, como el espiritual.170 Armando de Magdalena
revolución, el “pachakuty”2
de los incas, el “vuelco” fecundo y
alumbrador que inaugure el ciclo de la semilla nueva, el hombre
guevariano, nuevo, hecho a imagen y semejanza de sus propias
manos, en paz con todos y consigo, esa cultura de la barbarie de la
que hablaba Engels, la del útero materno, la del equilibrio y la unidad entre la mente y el espíritu. Tanto para Cristo, para Marx o Kusch,
el hombre solo existe como posibilidad. Esto es lo mismo que decir
que el “ser hombre” es un proceso individual y colectivo por consecuencia (como planteaba el Che en “El hombre y el socialismo en
Cuba”) y en este punto se junta todo lo que hemos reflexionado en
estos trabajos. El hombre vital, histórico, constructor de su destino,
que se construye así mismo (se auto educa) y que coherente con su
espíritu, sus sentimientos, no puede hacer otra cosa que plasmarlo
en hechos concretos, que traducirlo y transportarlo al cuerpo social; el hombre humano, penetrado por la naturaleza, por su entorno, modificado y permeado por él y que fruto de esa relación se
vuelve cultura, se redimensiona, se vuelve singular y universal al
mismo tiempo, porque reconoce y acepta (de la misma manera que
lo hace con la naturaleza) la diversidad , la particularidad, pero sabe
que detrás de toda esa riqueza subyace “lo humano” como rasgo
común y “lo celeste” como matriz. Materializar esa “posibilidad de
lo humano”, ese “orden natural”, requiere un hecho concreto y consciente ya que hay fuerzas que se oponen al fruto. Ese hecho consciente es el vuelco, la igualación de los opuestos, el mito de la revolución, el nuevo ciclo de la semilla. El hombre deja de ser una posibilidad para “ser realmente”, cuando logra la coherencia, la paz consigo mismo, el equilibrio entre el hacer y el sentir como ontología de
lo trascendente.
2 Pachakuty voz quechua/aymara (pacha= tierra, universo, cosmos/kuty=vuelco).Apuntes para la revolución americana 171
Sincretismo el arte de resistir
Hemos utilizado en muchos momentos de estas reflexiones la
palabra “sincretismo” y en realidad confieso que no lo hemos hecho de una manera arbitraria, anecdótica, como mero adjetivo, sino
sabiendo de la complejidad y profundidad que el término adquiere
en nuestro continente.
En América, como en ninguna otra parte, esta palabra representa
un fenómeno sumamente intrincado y complejo. Sincretismo es lo
único que puede explicar la esencia de lo americano y esto es así por
varias razones: 1) En ningún lugar del planeta, ni en ningún espacio
de tiempo se dio como se dio en América, un entrecruzamiento tan
formidable de culturas tan disímiles entre sí (América es una especie
de catálogo de la cultura universal), no existe prácticamente pueblo
en el mundo que no esté aquí representado. 2) En ningún lugar se ha
verificado un proceso de aculturación tan rico y complejo. Y es que en
América a pesar del carácter compulsivo, violento, traumático, de la
aculturación (y tal es así que aculturación y conquista son casi sinónimos en América), a pesar de haberse producido también un grado de
mixtura, de síntesis (si se quiere) nada desdeñable, ha habido un
grado de resistencia, de supervivencia (y eso es realmente el
sincretismo) también nada despreciable.
El sincretismo es en lo esencial una forma de resistir la dominación, (por eso es que apuntamos en “El partido revolucionario y la172 Armando de Magdalena
batalla cultural en América”, que el principal rasgo de nuestra cultura es la resistencia) es una de las formas en que los pueblos pueden lograr mantener su cosmovisión, esto es, bajo el ropaje de la
cultura oficial/dominante.
Como ha operado este fenómeno en nuestra cultura? Cuales han
sido sus mecanismos? Es este un proceso abierto o algo perteneciente al pasado? Es lo que trataremos de responder en la brevedad de estas líneas.
El 12 de octubre de 1492 es un punto de inflexión. Allí se produce
el primer choque en nuestro territorio (que por cierto y en contra de
lo que se cree habitualmente, no va ser el primero ni el último). No
es un choque mecánico de A contra B igual a C. Nada de lo que aquí
pasó, pasó en términos absolutos. Aquí ya existía (como lo hemos
apuntado en otros trabajos) un proceso de aculturación, de homologación cultural, es decir de nivelación entre culturas (se podría
decir) de una misma raíz y de desarrollo desigual o peculiar. En verdad lo que aquí estaba pasando era la conformación de tres grandes “horizontes culturales”: el andino, el mesoamericano y el
amazónico/caribeño. Seguramente y por una “ley irrefutable” (en el
sentido de que toda cultura es dinámica y no estática) esos grandes
horizontes hubieran terminado confluyendo entre sí y esto no es
futurismo sino un hecho comprobable, a la hora de estudiar estas
culturas, no son pocos los elementos en común, incluso las
cosmovisiones de esos pueblos, más allá de lo folclórico, de lo anecdótico y particular, son básicamente homologables. Esto por un
lado. Por otro, lo ibero era un proceso abierto donde aun a la llegada de los primeros navegantes a estas tierras, no se había sintetizado ni mucho menos las distintas aportaciones, tanto de lo judaico,
lo árabe, lo bárbaro y lo grecolatino1
. Este proceso ya tenía 700
años andados y es más, sin mediar este proceso los pueblos penin-Apuntes para la revolución americana 173
sulares no podrían haber emprendido empresas como las del Nuevo Mundo (sobre todo sin el aporte de los árabes y las noticias y
adelantos traídos por Marco Polo del oriente lejano). Es por tanto
que más que dos culturas, lo que chocó aquel 12 de octubre, fueron
dos procesos abiertos y las consecuencias de ese choque, aunque
con distintas consecuencias, conmocionaron ambos procesos. Lo
que significó para América, es más fácil de entender para nosotros
porque salvando las distancias es lo mismo que nos sigue pasando
hoy día. Lo que representó para Europa es quizás más difícil de entender. América revolucionó la vida material y espiritual2
del oscuro
hombre medieval y la sangría a que fue sometida es el origen del
capitalismo como proceso que va desde esa acumulación primaria,
al capitalismo planetario de nuestros días3
. No obstante hubo otros
1 Los últimos bastiones árabes de la península cayeron en poder cristiano tan solo
mese antes del descubrimiento de América.
2 Si tomáramos por ejemplo el tema de las especies vegetales, la introducción en
Europa de una variedad tan grande de productos comestibles es tan significativa
que en realidad uno se pregunta: Que comían estos gringos antes de llegar a América? ya que no solo no conocían el maíz, la papa, el tomate, el cacao, el arroz, el
zapallo, la piña, la frutilla, el aguacate, el maní, el ají, el frijol, el tabaco, sino que
también dependían de la obtención de especias de oriente para sazonar sus alimentos, tal es así que las especias valían más que el oro mismo. También la llegada
a estas tierras provocó una explosión tan grande en la sicología del europeo que es
difícil de imaginar, algo así como haber descubierto otro planeta ya que el mundo
triplicó o cuadriplicó su tamaño, aparecieron seres de quienes se dudaba si en verdad fuesen humanos, especies animales y vegetales totalmente exóticas, civilizaciones de un desarrollo inmigrando, dioses abominables y aterradores, para la estrechez de una mente forjada en el fundamentalismo religioso y la orfandad del
conocimiento y por sobre todo toneladas y toneladas de oro, plata, piedras preciosas, perlas y un sin números de materias primas sin la cual no hubiera existido
revolución industrial, ni colonialismo, ni imperialismo, ni siquiera capitalismo. Todo
eso representó aquel 12 de octubre para nuestra actual civilización
3 Solamente entre los años 1503 y 1660 llegaron a San Lucar de Barrameda 185.000
kg. de oro y 16.000.000 de kg. de plata. Si como dice un volante que por ahí circula,174 Armando de Magdalena
choques como consecuencia de este primero. Inmediatamente después de esta primera eclosión otro mundo colisionará en nuestras
playas; lo afro no es un tema menor en nuestra cultura, ni mucho
menos en la cultura universal. Sin lo afro no se podría explicar entre
otras cosas el arte contemporáneo (por dar solo un ejemplo).
Ahora bien, sin repetir lo ya planteado en otros trabajos, en el
sentido de la doble direccionalidad de los procesos de aculturación
en nuestro continente, ni de las infinitas posibilidades del mestizaje, vamos a entrar de lleno en el tema que nos ocupa. Si bien estos
procesos se encontraban en igualdad de condiciones (en el sentido
de que no eran procesos acabados) hay un “carácter” en todo proceso, y en el caso de la aculturación en nuestro continente, ese
carácter es el de la dominación, el de la subordinación de los demás actores a la cultura oficial imperante que en el caso de América, es a partir del 12 de octubre de 1492, la cultura occidental y
cristiana. Como reacción a ese proceso de aculturación que venía
sufriendo lo ibero, se origina un fundamentalismo religioso (de la
cual instituciones como la Inquisición, son solo un síntoma) que
mucho tendrá que ver, o mejor dicho, sin el cual no se puede explicar nuestra cultura. La psicología del ibero (y por extensión - aunque con matices -, de todos los europeos que colonizaron nuestro
continente) se podría resumir en tres palabras formuladas según
su orden de importancia dentro de esa psicología: “oro, siervos y
almas” y no hay más hasta el día de hoy. Esto era lo que tenía enfrente un indio, un negro o un mestizo. Verdaderos perros de guerra
le aplicáramos a estas cantidades un 10% de interés anual acumulado durante los
últimos 300 años (aplicando la imperial fórmula del interés compuesto) el primer
mundo nos debería estas cantidades elevadas a la potencia de 300, lo que representaría una masa de oro y plata que superaría largamente el peso total de la tierra.Apuntes para la revolución americana 175
que removieron piedra por piedra los templos y los altares, que destruyeron las imágenes, mataron los guerreros, los sabios y sacerdotes, que violaron las mujeres y engrillaron a los niños y ancianos;
gente que podía cortarles la lengua por hablar en su idioma o matarlos por adorar sus dioses. Así como resistencia última, como único medio, nace lo sincrético. Y lo sincrético es (como ya lo dijimos)
la pervivencia de la propia cultura bajo el ropaje de la cultura oficial/imperante. Este es un mecanismo tan complejo que los mismos involucrados generalmente lo desconocen, o mejor dicho, no
son conscientes de formar parte de él. Por ejemplo si deconstruimos
el carnaval, vamos a llegar a la América precolombina y más aún,
vamos a llegar a aquella cultura madre de la cual, en la mal llamada
prehistoria, se fueron diferenciando lenta pero inexorablemente,
todas las culturas del mundo. Si deconstruimos un caudillo, nos
pasará lo mismo. Tanto el caudillo como el carnavalero (por citar
solo dos casos) no son consientes de que son portadores y
recreadores de algo que viene sobreviviendo a través de miles y
miles y miles de años y no lo comprenden porque ese “conocimiento” les viene en la sangre, opera al nivel irracional de su inconsciente y por extensión, del inconsciente colectivo.
El sincretismo se dio en América fundamentalmente a nivel espiritual, donde la resistencia ejercida por el dominado fue mayor4
. La
adoración de los dioses tribales bajo la forma del santoral cristiano
es un ejemplo elocuente de este fenómeno. A esto contribuye el hecho de que las grandes catedrales e iglesias del conquistador fueron
construidas sobre las ruinas y hasta con las mismas piedras de los
templos precolombinos. En consecuencia no es difícil asociar (como
4 Rodolfo Kusch habla incluso de la “fagocitación” (a nivel espiritual) de lo occidental a manos de lo americano; fenómeno sobre el cual se pueden dar un sinnúmero
de ejemplos.176 Armando de Magdalena
seguramente lo hizo el indio) la iglesia al templo preexistente. El templo precolombino sobrevive, no solo en cuanto a su ubicación (que
hoy sabemos respondía a una reproducción del orden cósmico) sino
a través de la supervivencia de la piedra en la construcción. La iglesia
pasa a ser un receptáculo, pero el contenido de la misma es muy
distinto al que el sacerdote cristiano pretende. Con el negro pasó algo
similar, aunque (creo yo) en grado superlativo. El negro directamente
buscó la equivalencia de sus dioses en el panteón católico, al punto
que se produjo una cierta síntesis o fusión de los dos rituales. Babalú
Ayé era un rey desterrado a una isla por hallarse leproso y luego de
padecer un tiempo, vuelve y vence a sus enemigos, no es extraño que
en el sincretismo Babalú Ayé cobre la forma de San Lázaro otro leproso que vence a la muerte y que sean para el profesante santero la
misma entidad (denominándolo indistintamente con cualquiera de
los dos nombres) aunque al mismo tiempo exista para las tribus yoruba
del Africa, un Babalú Ayé que existe y desconoce a un señor llamado
Lázaro que se convirtió en parte del santoral cristiano. Hay infinidad
de estos ejemplos: Changó será San Jorge (ambos guerreros) en el
panteón Umbanda, Stella Maris, Yemayá (divinidad del mar), la virgen
de la Caridad del Cobre, Oshun (divinidad del amor) en la santería
cubana5
y muchos casos más. O sea que se podía obligar a un negro
a ir a misa e hincarse a rezar ante la imagen de la virgen o del santo,
pero en términos de entrancia lo que el esclavo adoraba era a sus
dioses tribales. Lo mismo ocurrió con el indio, la tierra (la Pachamama)
como hembra, era fácilmente relacionable con la virgen María y no es
extraño que se le ofrende coca, comida y bebida al igual que a la
tierra; o que Cristo sea el Tunupa de la isla del sol que llegó para
“reformar el culto” (las coincidencias a veces son espeluznantes); o
que la Virgen de Guadalupe se le haya aparecido a un indio (Juan
Diego) en el mismo sitio donde los mismos indios, antes de la llegada
de los españoles, adoraban a una deidad femenina.Apuntes para la revolución americana 177
Habría que aclarar a esta altura que sincretismo no necesariamente es síntesis, en el sentido de fusionar dos cosas, sincretismo
es ante todo supervivencia, apariencia, es algo totalmente distinto
a lo que se ve. No obstante (como apuntáramos más arriba) a través del tiempo y porque se va perdiendo la conciencia por parte de
los intervinientes en estos fenómenos, es que el sincretismo puede
llegar a ser síntesis, o sea que un ritual ya no sea ni aquel que llegó
de Africa, ni tampoco el de la liturgia católica, sino uno nuevo que
ha tomado, por un sistema de “identificación y de préstamos”, una
nueva forma y un nuevo contenido.
El sincretismo ha dejado profundas huellas en nuestra cultura
(tanto tradicional como formal). Quizás el ejemplo más claro de
esto haya sido el barroco (que dicho sea de paso muchos sostienen que fue en América donde dio su nota más alta). En su ensayo
sobre el barroco, el gran escritor cubano José Lezama Lima dice:
“Nuestra apreciación del barroco americano estará destinada a
precisar: primero, hay una tensión en el barroco; segundo, un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentos y los unifica;
tercero, no es un estilo degenerescente, sino plenario, que en España y en América española representa adquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo [...] podemos decir que entre nosotros el barroco fue un arte de contraconquista” más adelante al
referirse a algunos de sus más altos exponentes dice: “La gran
hazaña del barroco americano, en verdad no igualada en nuestros días, es la del quechua Kondorí6
. En la voluntariosa masa
5 Y esto al punto que la virgen es negra y está vestida de amarillo (los colores de
Oshun).
6 Del indio Kondorí no conozco mayores datos biográficos, solamente que intervino
en la construcción y ornamentación de numerosas construcciones y templos, sobre
todo de los pertenecientes a los jesuitas como la de San Lorenzo de Potosí.178 Armando de Magdalena
pétrea de las edificaciones de la Compañía7
, en el flujo numeroso
de súmulas barrocas, en la gran tradición que venía a rematar el
barroco, el indio Kondorí logra insertar los símbolos incaicos del
sol y la luna, de abstractas elaboraciones, de sirenas incaicas, de
grandes ángeles cuyos rostros de indios reflejan la desolación de
la explotación minera [...] Así como el indio Kondorí representa la
rebelión incaica, rebelión que termina como con un pacto de igualdad, en que todos los elementos de su raza y de su cultura tiene
que ser admitidos, ya en el Aleijadinho8
su triunfo es incontestable, pues puede oponerse a los modales estilísticos de su época,
imponiéndoles los suyos”. O sea que el barroco americano fue en
cierta forma parte de ese sincretismo del que hablamos. Como
apunta Lezama, Kondorí y otros artistas originarios introducen su
cosmovisión dentro de la estética del conquistador, a través de
una simbología de mazorcas, astros y estrellas, animales y plantas, de la misma manera el Aleijadinho sincretiza lo afro con lo
ibero a través de su obra escultórica. Estos elementos sincréticos
han ido sobreviviendo a lo largo de los siglos y es más, se han ido
7 El autor se refiere aquí a la Compañía de Jesús, cuyos miembros eran conocidos
como jesuitas.
8 Aleijadinho (1738-1814), arquitecto y escultor brasileño, fue el artista más importante del rococó en su país., hijo de un arquitecto portugués y una esclava. Su verdadero nombre era Antônio Francisco Lisboa, también conocido como O Aleijadinho
(el Lisiadito), ya que contrajo una enfermedad deformante y progresiva, probablemente la lepra, que acabó obligándole a tener que sujetarse a los antebrazos los
instrumentos para tallar. Su obra maestra se encuentra en el acceso y la escalinata
del santuario del Bom Jesus de Matozinhos en Congonhas do Campo. Se trata de un
conjunto escultórico compuesto por las figuras de los doce Profetas, tallados en
esteatita blanda (pedra sabâo), y las seis escenas de la Pasión de Cristo, realizadas
en madera policromada, que flanquean el acceso al Morro do Maranhâo.Apuntes para la revolución americana 179
proyectando, transformando, reelaborando, pero no han perdido
su significancia. El culto a la muerte en la pintura del mexicano
Guadalupe Posada, el fenómeno del muralismo mexicano y latinoamericano en general, la estética de un Guayasamín, el simbolismo
de un Torres Molina, de un Xul Solar, el primitivismo afrocubano y
caribeño, la pintura de Solentiname y el naif de muchos de nuestros pueblos, son algunos ejemplos de sincretismo y en algunos
casos de síntesis también. La plástica y también la literatura (por
tomar dos ejemplos visibles y reconocibles fácilmente) son en
América un ejemplo claro de apropiación y relanzamiento. La aplicación de las técnicas, de los conceptos de las escuelas de allende los mares a la realidad vital (espiritual y material) de lo americano; asimilación que no es copia ni repetición, que no es una
versión devaluada de algo extrínseco, sino que muchas veces es
diálogo, interacción y metamorfosis, o fractura y reafirmación a
partir del rechazo y la negación hacia aquello que pretende disolverlo. Es decir, lo americano como tamiz, como prisma que descompone la luz, como decodificador y fagocitador y también como
respuesta y proposición.
El muralismo mexicano es un ejemplo muy claro de esto y de otras
cuestiones que hemos venido tratando a lo largo de estos trabajos,
ya que más allá del tema que nos ocupa en este momento, el
muralismo es toda una propuesta, todo un posicionamiento frente
al tema de la cultura. El muralismo mexicano (y luego por extensión
el de América toda) no solo rescatará, dignificará y volcará en clave
vanguardista los itinerarios del pueblo mexicano (desde las culturas originarias, hasta el presente, pasando por la gesta emancipadora, la revolución mexicana y las luchas obreras), sino que lo
hará de manera monumental ya no sobre la pintura de caballete
condenada a los elitescos espacios de la cultura oficial/burguesa,
sino en los grandes espacios públicos donde puedan ejercer su he-180 Armando de Magdalena
chicería a los ojos del pueblo. Muchos movimientos con estas mismas características se desarrollaron en todo el continente y no solo
en la plástica, sino también en la música, en el teatro, en el cine y
en la literatura. Fenómenos como el “cine liberación”, “cinema novo”,
“la nueva canción”, “la teatrova”, “el teatro independiente”, “el realismo mágico” y el “boom latinoamericano” en general han marcado hitos no solo en la cultura americana sino en la cultura universal
y queda pendiente el rescate de todas esas experiencias (que la
cultura oficial/dominante parece no conocer) para las nuevas generaciones y sobre todo para los jóvenes artistas perdidos en el
sinsentido de la posmodernidad.
Pero volviendo al tema y para finalizar, quería referirme a uno de
los fenómenos más elocuentes y quizás más vivos y cotidianos del
sincretismo como forma de resistencia y que además demuestra la
vigencia de estos mecanismos más allá de las coyunturas históricas y sobre todo del tiempo, es este el caso del carnaval en cualquiera de sus versiones.
El carnaval desde el mismísimo medioevo y aun antes seguramente, ha estado asociado a los procesos sociales ya que si bien
estas celebraciones encuentran su origen en los milenarios ritos
agrarios que propiciaban la abundancia a través de la “magia simpática”9
, es innegable que fueron y siguen siendo un instrumento
de liberación para los pueblos oprimidos. Este es sin duda uno de
los rasgos esenciales del carnaval y por ende un rasgo común a
todas estas festividades, desde el carnaval de Venecia, al de Río de
9 Procedimiento mágico por el cual se opera por contagio sobre la realidad. Ejemplo: una vasija llena de agua, hará que la misma no falte o la nubecilla que sale de
una pipa ceremonial, hará que se formen nubes de tormenta en el cielo “real’, etc.Apuntes para la revolución americana 181
Janeiro, pasando por las “diabladas” de Oruro y las “congas” de
Cuba, el carnaval de New Orleáns o de Pekín. El carnaval logra un
cierto anonimato, una cierta impunidad que permite que el individuo se exprese libremente, por eso es tan importante dentro de la
estructura del carnaval, el enmascaramiento (a través del disfraz)
del individuo que en él participa. No solo porque el disfraz hace a
todos iguales (o sea elimina las diferencias sociales), sino que posibilita la inversión, o trasgresión de dichas barreras de clase. Los
esclavos se vestían como sus amos, la negra con encajes y volados,
el negro de levita y galera, el pobre de rico (como en la canción de
Serrat), el indio de conquistador, de cura o regente. El disfraz es no
solo un igualador social y un desinhibidor (ya que otro componente
nada menor de estas fiestas, es la trasgresión de las normas, usos
y costumbres, que se expresan también y de forma notoria en la
relación hombre-mujer, o mejor dicho, en cierta “relajación” de estas relaciones) sino también, un instrumento de la crítica a través
del ridículo, de los elementos de poder dominantes en la sociedad
en que se desarrolla. El carnaval ridiculiza al que sustenta el poder
y oprime a los demás y reafirma los propios valores culturales que
se expresan de manera sincrética en toda la fiesta. Muchos de los
bailes de carnaval tienen origen, como el caso de la “tumba francesa” en Haití y Stgo. de Cuba, en los bailes de salón de los europeos
esclavistas, otras veces esa ridiculización se encarna en el disfraz,
en las canciones, pero fundamentalmente el receptor de toda esa
carga social, de toda esa mezcla de odio, frustración y ansias de
libertad, es el “muñeco”. A veces el muñeco como en el caso del
“Rey Momo” instaura el reino de la abundancia, del exceso, la
desinhibición, de la alegría, otras veces el muñeco es el diablo, como
en el caso del “pujllay” en el norte andino, que personifica todo lo
nefasto del mundo y se lo representa montado en un burro, vestido
de rojo y amarillo (los colores de España). En todos los casos sin182 Armando de Magdalena
excepción el muñeco de carnaval ejercerá un reinado provisorio que
durará lo que dure la fiesta, será venerado, maltratado, golpeado,
ridiculizado o prendido fuego (como en “las fallas” de Valencia) según sea el caso, para luego ser “enterrado” (reminiscencia de aquellos ritos agrarios que hablábamos al principio) para que al año siguiente vuelva a renacer y junto con él los días de la liberación,
transitoria, pero liberación al fin.
Vemos entonces que este fenómeno es un fenómeno ampliamente extendido en nuestra tradición, tanto en el tiempo como en el
espacio. Se podrían analizar (como lo ha hecho Kusch en “Pensamiento indígena y popular en América”) un sin número de fenómenos sociales que se han desarrollado y se desarrollan hoy día a la
luz del sincretismo, que es lo mismo que decir como pervivencia de
tradiciones, de mitos y arquetipos inmemoriales; lo importante es
señalar que ese sincretismo cultural y religioso también ha producido (como no podía ser de otra manera) un sincretismo a nivel del
pensamiento en bastos sectores de nuestro pueblo. Y es que el pensamiento, la palabra oral o escrita, es en definitiva, la representación, la materialización, la exterioridad de un territorio más oscuro,
profundo e irracional que es el de los sentimientos: “la espiritualidad del hombre” y es por eso que cuando hablamos de espiritualidad estamos hablando de todo lo que interviene en ella, desde el
paisaje a la historia, pasando por los usos y costumbres, los miedos
arcanos, las preguntas que hemos formulado desde siempre ante
el abismo de lo que ignoramos. No es raro entonces que este sea un
continente de dramáticos contrastes, de encuentros y distanciamientos, pero en definitiva y más allá de su carácter, de grandes
diálogos culturales y por ende de grandes contaminaciones en el
ámbito de las ideas. Un territorio de hombres fronterizos que
contrabandean ideas de un mundo a otro, que van de la razón a la
mística, del materialismo al ritual, del “ser” occidental al “solo es-Apuntes para la revolución americana 183
tar” de lo americano. Lo que hemos podido ver en estos 500 años
es que ese dominio material, esa “aculturación de los objetos” ejercida por occidente sobre nuestro pueblo, no ha podido impedir (y es
esta una constante histórica) la “fagocitación” (a nivel espiritual) de
América sobre lo que no le es propio. No es solo el sincretismo, es
también el eclecticismo, la negación, la fractura, la coagulación cultural, lo que perdura y lo que se transforma, todas químicas distintas, reacciones diversas aun mismo problema (la dominación), pero
más allá de la respuesta, más allá del fenómeno, está el sedimento
acumulado por siglos de este misterio de ser americanos.
América es la más grande herejía que jamás se haya cometido. Un
vuelo truncado, algo que busca la luz, que otea el horizonte. Un brote
tierno que rompe la escarcha, de un invierno demasiado largo.
Lo que nos viene del mar
En muchos de nuestros anteriores trabajos (quizás en la totalidad), hemos hecho hincapié de manera vigorosa, en lo necesario,
en lo imprescindible, de destruir el discurso (y por ende la cultura)
eurocentrista en nuestro continente y hemos insistido en ello no por
una cuestión de etnocentrismo inverso, sino porque el eurocentrismo
no solo es lo que explica, sino lo que posibilita y ha posibilitado, la
dominación en nuestro continente; es decir, el eurocentrismo no es
el correlato de la dominación material, sino justamente al revés. Si
como dicen Marx y Engels: “La clase que ejerce el poder material
dominante en la sociedad es al mismo tiempo su poder espiritual
dominante”, para que esa dominación material se de (como se da
en América) en términos absolutos, se debe haber obtenido la dominación “espiritual”, también en términos absolutos. La fiereza de
la batalla cultural en América, las dificultades que presenta, la complejidad y lo desigual y quijotesca de esta batalla, indican de por sí,
que ese dominio ha sido en determinados momentos casi absoluto
y la historia de esa resistencia, de esa imposibilidad de supremacía
absoluta, es la historia nuestra, la de los sectores minoritarios que
se oponen y se han opuesto siempre de manera consciente a la
dominación en los términos que en estos apuntes se ha planteado;
no una oposición anecdótica, circunstancial, reivindicativa, sino
raigal y totalizadora.
Ahora bien, esta oposición al eurocentrismo no es de manera alguna una oposición a la cultura europea/occidental y másApuntes para la revolución americana 185
específicamente, en nuestro caso, a la cultura ibera y aunque muchos se rasguen las vestiduras esto es así por muchas razones. Primero, porque las culturas no son estáticas sino dinámicas y esto es
lo mismo que decir, que por el solo hecho de cohabitar este planeta,
la diversidad inconmensurable de pueblos y culturas que lo pueblan en algún momento, más temprano que tarde, se iban a encontrar, como de hecho lo vienen haciendo desde el principio mismo de
los tiempos. La globalización (como lo hemos dicho en “el Partido
revolucionario y la batalla cultural en América”) “no es un hecho
espontáneo y reciente, sino que responde a todo un desarrollo histórico (que es la historia misma de la humanidad) que parte desde
el total aislamiento en que se desarrollaron las primigenias sociedades humanas, hasta llegar a nuestros días. La globalización es
por tanto una consecuencia del desarrollo de la sociedad humana”.
Segundo, los procesos de aculturación no son ni buenos ni malos de por sí, es más parece ser (por lo que explicábamos recién)
que estos procesos se dan de manera natural y ya estaban en
marcha en América, como lo hemos explicado en estos apuntes
repetidas veces, mucho antes de la llegada de los europeos a estas tierras. Es el carácter de esa aculturación, de esa relación
intercultural, lo que hace que a partir del 12 de octubre de 1492,
aculturación y conquista sean sinónimos para nosotros. No es por
tanto la cultura ibera en sí, lo nefasto, sino la forma en que es
introducida a nuestro continente.
Analicemos este presupuesto. Quienes fueron los hombres que
llegaron aquel 12 de octubre? De manera muy genérica los podríamos dividir en tres grupos. Primero, los miembros de la “baja nobleza” sin posibilidades de progreso. Los cortesanos, aventureros y
burgueses, que querían pertenecer a la nobleza y como no podían
hacerlo por línea sanguínea, veían en la obtención de riquezas la186 Armando de Magdalena
única forma de acceder, ya sea como señores de los nuevos territorios, ya sea por la compra de títulos nobiliarios en la península.
Segundo, la iglesia que aportó el fundamentalismo, o sea que revistió la rapiña de un misticismo, de una trascendentalidad
civilizatoria y hasta filosófica que venía imbuida por la “guerra santa contra los infieles musulmanes” que en ese mismo año de 1492,
meses más tarde del “descubrimiento”, serian expulsados definitivamente de la península.
Y por último y fundamentalmente, por el pueblo ibero, o sea por
los explotados, por la base de la pirámide feudal, que sin duda fueron los más, el grueso de aquellos que llegaron tras la bruma.
Es sumamente importante para estos apuntes, señalar que fueron los que se pudrían en las mazmorras de Andalucía, los campesinos muertos de hambre, los soldados involuntarios de mil batallas y
todo aquel que quisiera escapar “de aquel infierno a que los condenaba la gracia divina”, los que fueron obligados a subir a los barcos,
los que quizás, seguramente, de una u otra forma, no tuvieron más
opción que saltar de la sartén al fuego.
La historia jamás podrá ser explicada al margen de los procesos
económico/sociales y los barcos fueron en primera instancia, una
válvula de escape, una forma de quebrar las rígidas estructuras del
absolutismo monárquico. “...América surge como realidad dentro
de la vida cultural europea en una de las grandes crisis que sufre
esta cultura. El descubrimiento del continente americano se origina en la ineludible necesidad que siente el europeo de un mundo
nuevo. El azar no cuenta para nada en esta aventura. Europa necesita de América, por eso la descubre.” Leopoldo Zea “América como
conciencia” Es sumamente interesante esta reflexión del mexicano
acerca de lo que representaba (y tal vez represente aún) AméricaApuntes para la revolución americana 187
en el imaginario de aquellos sectores que ansiaban transponer los
límites de las sociedades a la que pertenecían (y por cierto apuntala con sus palabras lo que veíamos diciendo). Es solo después del
descubrimiento de aquellas “nuevas tierras”, después de verificada
las riquezas, la importancia económica y geopolítica de los territorios, que los reyes no solo se involucran decididamente en la empresa, sino que además desplazan en beneficio propio, a los que la
hicieron posible. Y esto es un hecho comprobable históricamente y
sobre el cual no puede haber lugar a dudas.
Pero volviendo al punto. Queda claro que no podemos identificar
a aquel hombre mayoritario, obligado ya sea por la fuerza ya sea por
el hambre, a subir a los barcos, con los móviles que impulsaron y
con el carácter que fue adquiriendo aquella empresa. El conquistador impuso mediante la apropiación de las tierras labradas por los
indios (la legislación real hablaba de que solo se podían apropiar de
las tierras no labradas), las encomiendas y la propia esclavitud, un
neofeudalismo a contrapelo de las propias Leyes de Indias y del
proceso en marcha en la metrópolis donde se estaba pasando del
feudalismo divisionista, al centralismo real, como lo apunta y documenta Alejandro Lipschutz en “La comunidad indígena en América
y en Chile”. Por el mismo razonamiento tampoco podemos homologar “la conquista” con “la cultura de esos pueblos”, porque para ser
totalmente claros si los europeos no hubieran tenido una actitud
hostil hacia los pueblos originarios, hoy no estaríamos, lisa y llanamente, discutiendo sobre estos temas. El padre Bartolomé de las
Casas y otros tantos críticos del proceso que los tenía por protagonistas, también eran iberos. La llamada “leyenda negra”1
no es le-
1 Nombre que se ha dado a la otra historia de la conquista (la no oficial) con la clara
intención de ridicularizarla, de restarle objetividad y por tanto autoridad y que ha cobrado nueva fuerza (la tesis del “encuentro de culturas”) a raíz de los 500 años de la188 Armando de Magdalena
yenda, es verdad incontestable, pero no responde a una “perversidad genética”, no responde a un bagaje cultural determinado, sino
al carácter que tuvo aquel encuentro de culturas, a sus móviles políticos, económicos y religiosos y en todo caso (ya que el término
“cultura” es tan abarcativo) respondió a la “cultura de las clases
poseedoras” y no necesariamente a la de las “clases desposeídas”,
aunque ambas compartan un tronco común.
El tema en cuestión es que América es un hecho consumado y
más allá de la conquista, esas culturas se encontraron e
interactuaron. No vamos a volver aquí sobre temas que hemos desarrollado medianamente en profundidad en otros trabajos y que
tienen que ver con lo que ahora estamos reflexionando (estoy hablando de fenómenos como el “sincretismo” y la “negación” que
fueron dos de las actitudes fundamentales que asumieron las culturas preexistentes ante la irrupción de la cultura occidental y cristiana). De lo que se trata aquí, es que a pesar de lo traumático, de lo
terrible de esta irrupción, no podemos caer en la estupidez de no
saber valorar, de no saber sopesar y comprender, la importancia, la
gravitación, la riqueza que esa cultura de allende los mares, le aportó a este sortilegio de lo americano. Lo ibero es una parte fundaconquista. Si bien es cierto que la “leyenda negra” estuvo alentada por los anglosajones
para denigrar a los iberos y fue propagandizada en todo el mundo para servir a los
intereses que tenían en nuestro continente, esto no resta veracidad a la mayoría de
los hechos que esta recoge. Lo que si es cierto (y ya lo hemos indicado en otra parte
de estos apuntes) es que la diferencia fundamental existente entre el proceso de
colonización y conquista tanto en el norte como en el sur del continente, reside en las
posibilidades económicas (en el tipo de explotación, para ser más precisos). Los
anglosajones no explotaron ni maltrataron al indio, simplemente lo aniquilaron (como
sucedió en Argentina) y esto es pura y exclusivamente porque no era necesario como
mano de obra y no por ser poseedores de una moral más elevada.Apuntes para la revolución americana 189
mental de lo americano y renunciar a ello en pos de posturas seudo
radicales, de un purismo que idealiza un pasado que en el fondo
desconoce2
, que por ultra revolucionario se convierte en conservador (en el sentido que propone un salto atrás de más de 500 años,
negando el principio dinámico del universo), es simplemente un
suicidio cultural ya que nuestra riqueza, nuestra fuerza, nuestra
potencialidad, (como ya lo hemos dicho hasta el hartazgo) reside
en el hecho de que ha sido aquí en esta tierra donde se ha producido el entrecruzamiento más formidable de la humanidad (eso que
deslumbró al Vasconcelos de la “Raza cósmica”) y los fragmentos
incandescentes de esa tremenda colisión, aun surcan el aire buscando reunirse. Es oportuno señalar en este sentido, que nadie
puede asegurar (incluso los que idealizan el pasado precolombino)
en que dirección se hubieran desarrollado las culturas originarias
de no haber mediado este entrecruzamiento. Por tanto solo podemos analizar a América como lo que es, como un hecho consumado, como algo pasible de ser analizado y estudiado, de manera concreta, lo más objetivamente posible, poniendo en igualdad de condiciones a todos lo que han intervenido en el proceso de conformación de lo que hoy entendemos por América. Por eso de la misma
manera que luchamos contra el eurocentrismo que nos ha educado
no solo de espaldas a nuestros abuelos africanos y americanos,
sino también en el desprecio de su herencia, de la misma forma
2 Esto tiene que ver con el hecho incontestable de que los conquistadores (muchas
veces insignificantes numéricamente), pudieron consumar sus ambiciones, en gran
medida porque supieron detectar y explotar en su beneficio, las rivalidades, las contradicciones y desigualdades que encontraron en muchos casos, en la América precolombina. Nuestra posición a lo largo de estos apuntes creo que ha sido sumamente clara, en el sentido de revalorar en su total dimensión a nuestros pueblos originarios, pero estamos totalmente alejados de la posibilidad de idealizarlos.190 Armando de Magdalena
tenemos que luchar contra la visión igualmente etnocéntrica de los
que niegan nuestras otras raíces. Hay una serie de simplificaciones
y falsos ejes que hacen que incluso esta discusión histórica, acerca
de nuestra identidad, esté hoy por debajo de lo que estuvo por ejemplo en los años de Bolívar o Andrés Bello, de González Prada, de
Mariátegui, de Vasconcelos y hasta del mismísimo Martí.
Eso que nos llegó en los barcos, es un algo muy complejo; algo en
proceso, algo no acabado, algo que siguió cimentándose aun después de haber arribado a estas tierras y en lo cual lo ancestral, lo
originario, dejó su huella indeleble al tiempo que también iba siendo objeto de transformación. Es decir, tampoco se podría analizar a
cabalidad la cultura ibera sin registrar el hecho de que a partir de
un momento dado lo americano pasó a ser parte constitutiva de
esa cultura en un determinado nivel de su desarrollo3
.
Lo ibero, para comprenderse, debe ser analizado en los mismos
términos que venimos analizando lo americano. Y es que esta cultura ha sufrido procesos muy similares a los de cualquier otro pueblo. Fenómenos como el sincretismo, como la negación, como el
mestizaje, son sin duda pasibles de ser aplicados a los pueblos de
la península. Sin extendernos demasiado podemos ir marcando
las influencias, los itinerarios de ese sincretismo mediterráneo.
3 Lo primero que me viene a la cabeza, es el ejemplo de los llamados “cantes de ida
y vuelta” (un ejemplo totalmente popular) de la música flamenca. Según la información que yo tengo durante la guerra hispano-cubana (ya sobre principios del siglo
XX) los soldados andaluces trajeron sus ritmos a la contienda y allí se conjugaron
con los ritmos afrocubanos, dando origen a los tangos y a la rumba flamenca, que
luego de la guerra volvieron a España (de ahí lo de cantes “de ida y vuelta) de la
mano de los combatientes y que hoy (sin mediar la explicación) nos llegan como de
la mejor cepa gitana.Apuntes para la revolución americana 191
Pueblos que recibieron también barcos de allende los mares:
cartagineses, fenicios, escandinavos; pueblos que recibieron las
legiones romanas y con ellas las preguntas de los antiguos poetas
y filósofos griegos; pueblos que recibieron el acero de las espadas
y de los cascos de los germanos y eslavos; pueblos que recibieron
el esplendor del mundo musulmán, de las tribus judías del desierto, de los pueblos romanies (gitanos) de la india y con ellos los
relatos de su largo peregrinar. Todo eso interactuando, confrontando y sedimentando a través de los siglos. El fenómeno de la
cultura hispánica (“el siglo de oro español”, por ejemplo), con todo
su esplendor, no puede ser entendido ni explicado sin este largo
peregrinar, sin 700 años de aculturación árabe y judía que ocupó
el 90% del territorio peninsular y aquí la dominación también pasa
a segundo plano cuando vemos que los imperios pasan pero las
huellas de los pueblos que cohabitaron quedan. El árabe y el judío
sefardí, quedaron como conversos (tal vez sincréticamente manteniendo sus culturas y creencias) mucho después que los últimos
califas y emires fueron arrojados al mar de donde vinieron. Antes
también los muladíes (hispanos convertidos al Islam) los
mozárabes (cristianos que vivían bajo la autoridad musulmana),
habían hecho lo propio. Con todo ese bagaje vino el ibero a nuestra tierra y de la misma manera que lo ibero impactó en lo americano, de la misma manera (más allá del carácter de la conquista)
impactó lo americano en lo ibero. Hemos dado en otros trabajos el
ejemplo del barroco americano, hoy vamos a decir, que no se puede hablar de lo hispano prescindiendo de América. La prueba de
esto se puede rastrear en principio y sin ninguna dificultad, en la
lengua; la cantidad de palabras árabes y de origen americano (que
es lo que nos interesa) que integran la lengua de Castilla es tan
significativa, como significativa fue la influencia de esas culturas
en la cultura propia4
.192 Armando de Magdalena
No estamos hablando aquí de la lógica y evidente influencia ibera
dentro de la cultura formal, que siempre va ser el reflejo de la cultura oficial/imperante, estamos hablando aquí de la influencia de la
cultura ibera en la cultura popular y de la apropiación por parte de
lo americano de la cultura del dominador y de la transformación, el
relanzamiento, la redimensión, la metamorfosis, la síntesis. No hablamos tampoco de la obvia huella que dejó esta cultura en lo mestizo, sino que hablamos también de la huella que dejó en lo originario: la copla octosilábica, los instrumentos de cuerda (charango, violines indios, el arpa), la música, la vestimenta5
, la danza, el caballo
(que en el caso de la araucanía originó una “civilización del cuero”
que pronto los alejó de sus prácticas agrícolas y de su cultura andina),
etc. El ejemplo de las “misiones jesuíticas”6
(como ejemplo de esa
apropiación y transformación, sobre todo en el terreno del arte) con
sus tallas de madera, la ornamentación de las edificaciones, los
oficios, la música orquestal, coral, los cultivos, el uso de las armas
del conquistador, la religión, todo eso redimensionaron los antiguos
y no solo redimensionaron sino que muchas veces se lo llevaron de
4 Esto no quita que se pueda hablar sin ninguna duda de un “español americano”
no solo en el léxico, sino en la fonética, en la gramática y en otros aspectos más. La
lengua de hispanoamericana tiene más que ver con la mezcla con los modos nativos del “español atlántico” (andaluz, canario, etc.) que con el dialecto de Castilla.
5 Sería sumamente importante que los tradicionalistas conservadores leyeran trabajos como los del oriental Julio Asunsaõ, sobre “pilchas criollas”, para que se dieran cuenta, cuanto hay, no solo ya del ibero sino de los pueblos más insólitos del
mundo, en la indumentaria y los aperos de nuestros criollos y nuestros indios. Tal
vez así se darían cuenta que las culturas no se pueden fosilizar; que no son (ni
nunca han sido) estáticas sino dinámicas.
6 Las misiones jesuíticas tuvieron una presencia de más de 200 años en nuestro
continente (desde 1576 a 1776 que fueron expulsados del continente por Carlos III).Apuntes para la revolución americana 193
nuevo a sus montes, a sus montañas, cuando los jesuitas fueron
expulsados de las colonias y las misiones fueron desarticuladas.
Todo eso metamorfoseado, pasó a ser parte nuevamente de la cultura de los originarios, al punto que hoy nos llega en otra instancia
de ese largo proceso acultural, como de la más pura y genuina tradición. Tal vez visto así la identidad cultural no tenga que ver seguramente, con el aislamiento, con la fosilización de los valores y costumbres, sino con la apropiación de todo lo que nos circunda, para
el beneficio y la consolidación de nuestra propia personalidad y nuestra propia cosmovisión. Podemos coincidir en que somos hijos de
una violación, pero eso no cambia el hecho de que llevamos las dos
sangres (y aunque a veces no sea así genéticamente, es así
culturalmente, que es mucho más importante) llevamos la contradicción, los contrarios inmersos en sus antagonismos (y eso, la dualidad, lo fasto y lo nefasto como los dos términos de un todo, eso
trasladado al plano del pensamiento, es lo que mas nos hace americanos). Eso es lo que explica según palabras de Unamuno, que un
Sarmiento destilando en las páginas su odio a lo hispano, se convierta en uno de los máximos exponentes de las letras hispanas,
porque hasta cuando renegamos, hasta cuando maldecimos, lo
hacemos en la lengua de Castilla.
El ejemplo de Sarmiento es un ejemplo de lo que queremos expresar en este apunte (y creo que a lo largo de estos trabajos ha
quedado bien clara nuestra posición ante Sarmiento y la llamada
generación del 80’) de lo fronterizo de nuestro pensamiento, de las
contaminaciones recíprocas que nos habitan y que luchan por conciliarse. Sarmiento no solo es hispano escribiendo mal de lo hispano, sino que es seducido por lo que odia, cuando uno escucha el
discurso de Sarmiento en el “Facundo” no puede dejar de notar que
la “barbarie” del gaucho a quien desprecia, lo seduce, es más Sarmiento es también (aunque se revuelque en su tumba) un bárbaro,194 Armando de Magdalena
porque Sarmiento no es un gringo, un extranjero, Sarmiento es un
cipayo y el cipayo es uno propio que traiciona a los suyos y esa traición no cambia el hecho de que es por acción u omisión, profundamente nuestro en términos culturales aunque haya empeñado su
vida en convencernos de lo contrario.
Si bien es cierto que el “colonialismo mental” (en realidad una
mezcla de complejo de inferioridad y obsecuencia) ha sido un rasgo
fundamental de nuestra intelectualidad, también es cierto que existió una tradición alumbradora que es la excepción que confirma la
regla. Ese simplismo del que hablábamos al principio, ha hecho mucho daño a la causa de América; la idea extendida que nuestro proceso emancipador (por ejemplo) ha sido una mera transportación
de los valores, ideas y experiencias de la ilustración, o que las ideas
revolucionarias (del anarquismo, el socialismo y el marxismo) fueron más de lo mismo, fueron ideas transplantadas, extrínsecas y
disolventes7
, es un verdadero fraude que no hace más que privarnos
justamente de todo ese eclecticismo, de toda esa riqueza sincrética
del pensamiento americano. No podemos vivir permanentemente
analizando nuestra historia, nuestros hombres, nuestro pensamiento, con esquemas, con categorías y valores creados por otros pueblos para otros hombres con otras realidades. Nuestros hombres
no pudieron (nada más y nada menos) que encarnar las ideas más
avanzadas de su época, y en todo caso lo realmente relevante y
7 Nótese que entre la ideología del Martín Fierro y los ideales libertarios de nuestros primeros anarquistas y marxistas, no cabe ninguna intermediación. Lo cual explica (entre otras cosas) el fenómeno de los ligeramente llamados “bandidos rurales” de principios del siglo XX, donde se condensaban en una misma persona lo
más genuino de la mística gaucha, con el ideal libertario y el accionar antisitémico
de aquellos gringos gloriosos.Apuntes para la revolución americana 195
significativo es que muchos de ellos traspusieron ese horizonte.
Hombres como Bolívar, como San Martín y tantos otros eran en cierto modo eclécticos, no abrevaron de una sola fuente, desde el
constitucionalismo norteamericano, el parlamentarismo inglés y los
hombres de la revolución francesa, hasta el proteccionismo del liberalismo español que fue por lejos la mayor influencia, según los
juicios de hombres como Hernández Arregui y a los que otros autores personifican en la figura de los ministros borbónicos
Campomanes, Floridablanca, Jovellanos y Aranda8
. Esto también es
una prueba de hispanidad, porque lejos de lo que se piensa generalmente, la gran divisoria de aguas desde el nacimiento mismo de
nuestras repúblicas, ha sido entre librecambis-tas y proteccionistas, solo derrotado Bolívar y todos los grandes libertadores, es que
Inglaterra y Portugal pueden dividir la Patria Grande en un puñado
de repúblicas minusválidas. En este sentido también es notoria la
influencia de la francmasonería en América ya que la gran mayoría
de toda esta generación de revolucionarios eran masones. La logia
de la “Gran Reunión Americana” con sede en Londres, fue una gran
escuela del pensar (actuar) americano. La independencia político/
económica, implicaba de manera tácita pero obvia, un cierto grado
de independencia de pensamiento.
Esos hombres de la primera independencia tuvieron la intención
de hacer justicia en esta tierra y en gran medida lo hicieron más allá
de sus limitaciones, lo que tenemos que entender no es solo las limitaciones del pensamiento de su época (que muchos utilizaron
8 Tal es así que el término “liberal”, es un término acuñado en la península y que
después se universalizó, y sirvió para identificar a todo un abanico de pensadores
de Inglaterra, Francia, EEUU y otros países del mundo.196 Armando de Magdalena
creativamente) sino que entre ellos y nosotros median 200 años de
diálogo intercultural y la comprensión que hoy podemos llegar a tener
nosotros del drama último de lo americano, no la podrían haber tenido ellos jamás. El hecho de que culturas alóctonas hayan sido alternativamente las oficial/imperantes (porque no solo ha sido la cultura
ibera, sino también la británica, la germana y finalmente la yankee
las que nos han estigmatizado) no invalida el hecho de que aquí se
haya desarrollado una cultura, un pensamiento del cruce de las tradiciones; no solo Bolívar, no solo San Martín, sino el Artigas de la “democracia agraria” (quizás el más avanzado y original de todos) no
solo Martí antiimperialista y continental, sino el Mariátegui marxista
del socialismo indoamericano y tantos otros que son ejemplo de originalidad devenida de la síntesis, del encuentro, de la reconciliación
real de la sangre. Ha habido aquí una verdadera apropiación, ejemplos como el de la fe cristiana, que era sin duda la fe del conquistador
(la de los frailes inquisidores que convalidaron el espanto y también
la de los que defendían al indio en las cortes) no impidió que aquí se
desarrollara una reinterpretación de ese mensaje; la “teología de la
liberación”, “la opción por los pobres”, son ejemplo de ese contrabando fronterizo, de esa metamorfosis de lo americano, de esa capacidad de amalgamar y fagocitar de nuestro espíritu.
Ese complejo de inferioridad del que hablábamos, ha pretendido
reducir la historia de América a una casualidad. Ha pretendido y
pretende que los americanos seamos el único pueblo del mundo
que no ha tenido ni tiene nada que ver con su propia realidad, tanto
pasada, presente como futura. Y eso más que poco serio es realmente una falta de respeto. Podemos reconocer, sopesar y valorar
todas las influencias, toda la gravitación que esas corrientes de pensamiento y esas culturas han tenido en nuestra historia. Podemos
reconocer incluso, que aquella América independiente, al decir de
Alberdi: “..no es (era) más que la Europa establecida en América”Apuntes para la revolución americana 197
en el sentido de que “América era el pretexto para criticar a Europa.
Lo que se quería que fuera Europa fue realizado imaginariamente
en América. En estas tierras fueron imaginadas fantásticas ciudades y gobiernos que correspondían al ideal del hombre moderno.
América fue presentada como la idea de lo que Europa debía ser.
América fue la Utopía de Europa. El mundo ideal conforme al cual
debía rehacerse el viejo mundo de Occidente...” Leopoldo Zea Ob.
cit.. Si podemos aceptarlo, pero tan cierto como esto es reconocer
que al mismo tiempo se abrió ante nosotros una nueva dicotomía
tan importante o más que la formulada por Sarmiento, entre la “civilización y la barbarie”; esto es: entre “la creación heroica” y la
mera traslación, el “calco o copia” del que nos hablara Mariátegui.
La historia de las guerras civiles del siglo XIX en América, puede ser
explicada por esta dicotomía9
. Insertado occidente en América solo
cabían dos posibilidades o meter a martillazos a nuestra cultura en
los moldes de occidente, o adaptar las nuevas ideas a nuestra propia realidad. Es ahí donde se bifurca el pensamiento criollo (bifurcación que llega hasta nuestros días). No es que San Martín y Bolívar
no reconocieran la excelencia del modelo norteamericano de revolución, sino que tal vez al igual que el venezolano Andrés Bello pensaban que: “instituciones que en la teoría parecen dignas de la más
alta admiración, por hallarse en conformidad con los principios establecidos por los más ilustres publicistas, encuentran, para su ob-
9 Lo que muchos historiadores han llamado “despotismo ilustrado”, fue en la inmensa mayoría de los casos la aplicación de aquellos mismos ideales de Europa a
la propia realidad, tanto político/económica, como cultural. Había que educar al
pueblo; había que proteger la insipiente industria nacional; había que hacer descansar en un gobierno centralizado y fuerte, la lucha por la consolidación de la revolución en marcha, la liberación definitiva del absolutismo en América.198 Armando de Magdalena
servancia, obstáculos invencibles en la práctica; serán quizás las
mejores que pueda dictar el estudio de la política en general, pero
no...las mejores que se pueden dar a un pueblo determinado”. Otro
revolucionario, precursor del concepto de “Patria Grande” y quizás
uno de los más altos exponentes del llamado “jacobinismo”, (el
tucumano Bernardo de Monteagudo), se expresaba en el mismo
sentido en el 1812: “Se infiere por una consecuencia demostrada
que para conducir un pueblo y organizar su constitución, las reglas
deben acomodarse a las circunstancias y prescindir de las instituciones que forman la base de un sistema consolidado [ya que] una
cosa es publicar la soberanía de un pueblo y otra establecer el sistema de gobierno que convenga a sus circunstancias”. Ahí comienza (con esta disyuntiva entre la originalidad y la copia) lo que yo
llamo “nuestro colonialismo mental”. Lo que aquí se impuso no es
solo la copia de la utopía de los revolucionarios de la ilustración
europea (positivismo incluido), sino que una vez fracasadas sus “repúblicas aéreas”10, culparon (Darwin por medio) ya no solo de la
incapacidad genética que nos aportaran nuestros abuelos primeros, sino la que nos aportaron nuestros nuevos abuelos iberos. En
ese marco aparecen los Sarmientos y Bilbaos, los Alberdis pregonando el paradigma anglosajón, como tabla de salvación de esta
condenada tierra. Se pretende borrar así (de un plumazo) todo un
proceso político y no solo político sino también acultural, donde confluyeron y seguramente se hubieran sintetizado (en un largo proceso) los diferentes planos de lo americano. La insurrección
tupacamarista (expandida como un reguero), las insurrecciones
negras como la del kilombo de Palmares, la resistencia de los jesui-
10 Parafraseo de Bolívar.Apuntes para la revolución americana 199
tas contra los bandeirantes, las juntas, “las guerras de republiquetas”
y todo el rosario de batallas por la primera independencia, son un
alto ejemplo de la confluencia de lo ibero, de lo indio y de lo
afroamericano. Confluencia que ya se empezaba a sintetizar y a traducir en pensamiento propio y del que sin duda Bolívar fue uno de
sus primeros y más destacados exponentes.
Creemos haber demostrado entonces, que más allá de como se
resolvió el drama independentista, ha existido siempre y sigue existiendo en nuestros días, una tradición de pensadores, un filosofar
americano, que no tiene que ver (como decía Zea) con la originalidad a ultranza, que no tiene que ver con el desconocimiento, con la
negación de lo que occidente elaboró en materia de pensamiento,
sino que tiene que ver con pensar los problemas, no desde una
América periférica, fronteriza, a medio camino de la civilización y la
barbarie, sino de una América con centro en si misma, que mira y se
mira, que piensa y se piensa, que reclama ser reconocida en su
adultez y su plenitud y que ansía ocupar el espacio que se merece
en los marcos de la cultura universal. De la misma manera que “...ha
existido una filosofía oriental, una filosofía griega, una filosofía romana, una filosofía alemana, una filosofía inglesa, una filosofía
francesa...es necesario que exista una filosofía americana”11 y yo
creo personalmente que ya “...que nuestro pueblo no es el europeo,
ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de Africa
y América, que una emanación de la Europa”12, la única filosofía
que puede reunir los diferentes fragmentos de lo americano, es una
11 Alberdi “Ideas”
12 Bolívar, discurso de Angostura200 Armando de Magdalena
filosofía de la liberación (y no es esta una metáfora). Si la dominación es el rasgo característico del proceso acultural en América, la
resistencia es el rasgo distintivo de nuestra cultura13. Esta filosofía
de la liberación tiene que ver con el hecho de que absolutamente
todos tenemos derecho a llamarnos Americanos; todos los que hemos dado la sangre tenemos derecho a sentirnos hijos de esta tierra. Los que estaban de antes, los que vinieron después, los hijos
de ambos o de alguno de ellos. Los que mataron al indio, también
mataron al criollo, al negro y al inmigrante pobre, es decir, el enemigo de esta tierra siempre ha sido el mismo enemigo y no es precisamente una cultura determinada, sino la ambición, la intolerancia y
la estupidez. Dudar aunque sea solo por un instante de nuestros
lazos culturales con lo ibero, en un continente donde millones y millones de personas (incluidos gran parte de nuestros primeros pobladores) hablan la lengua de Castilla o de Lisboa, es ser ciego o
realmente necio; es confundir el carácter de la conquista (sus móviles políticos, económicos, ideológicos y religiosos), con la cultura de
esos hombres arrojados al mar y es por sobre todas las cosas querer negarnos un preciado tesoro que nos pertenece, de la misma
manera que nos pertenece el vuelo del cóndor, el maíz, o el azul del
infinito. Somos lo que somos y nunca seremos otra cosa. Lo anglosajón nos es tan extraño a nosostros los meridionales, como lo latino lo es para los norteños y no hay solución posible al margen de
nuestra historia. América es un hecho consumado y no la entelequia de algún afiebrado arrepentido. Solo un diálogo intercultural
dilatado, profundo e intenso, puede tender los puentes que supe-
13 En este caso podemos hablar de “nuestra cultura” y hacerlo con absoluta precisión, ya que la resistencia es uno de los pocos comunes denominadores, un rasgo
compartido por los diferentes planos de lo americano.Apuntes para la revolución americana 201
ren el abismo original que separa nuestras distintas formas de ser
americanos: la del negro, la del indio, la del latino o el sajón.
La síntesis no es un hecho mágico. La síntesis es un proceso gradual que necesita de tiempo, del paso de generaciones y generaciones de hombres y de mujeres nacidos bajo este sol, bajo este cielo,
con este mismo deseo de ser nosotros mismos sin tener que renunciar a nada. No tiene que ver con una lengua en particular; no tiene
que ver con un color de ojos, con un color de piel o con un modo
particular de relacionarnos con aquello que nos trasciende. América está más allá de las partes que la integran. Su tiempo no es el de
un hombre o un grupo de hombres o de una generación o de varias.
América es un prisma y es un crisol que todo descompone, que todo
amalgama. Puede ser una utopía pero no una quimera y su futuro
se acerca más y más, cada vez que nos atrevemos a pensar desde
el Cuzco (desde el ombligo) y no desde el límite de otros reinos lejanos y distantes.202 Armando de Magdalena
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